fbpx
Maldito Negroni Ibai Fernández

Ayer me sirvieron este Negroni —el de la imagen— y me pareció un poco indignante.

Como Berlín en ese episodio de La Casa de Papel, me entraron ganas de destruir el bar porque, tal y como diría él —parafraseándolo—, un bar que sirva un Negroni de la calidad —o carencia de ella, mejor dicho— de este que me sirvieron a mí no se merece otra cosa salvo la total destrucción.

Maldito Negroni

¿Cuáles fueron los motivos?

Los motivos por los que este Negroni me pareció excepcionalmente indignante fueron los siguientes:

1.- Me lo sirvieron en un vaso de agua.

En serio, de agua. A expensas de cómo se merezca ser servido, por Dios, nunca uséis un vaso de agua para servir un cóctel. Le quita todo el glamour. Y cuando de glamour se trata, el Negroni ocupa un lugar especial entre todos los demás cócteles —más o menos a la altura de un buen Dry Martini—.

Para un Negroni —y, en general, para todos los cócteles, especialmente para los muy aromáticos, como este que lleva ginebra y Campari—, lo recomendable es utilizar un vaso cuyo boca sea más ancha que su base. ¿Por qué? Porque, al momento de tomarlo, boca y nariz quedan «encerrados» en esa circunferencia de vidrio que provee un vaso de boca ancha, de modo que no solo el sabor, sino también los aromas del cóctel se consumen al unísono, amplificando la experiencia.

Si no tenéis un vaso así, probad otro, pero, por amor a los hados, que nunca sea un simple vaso de agua. Le quita la magia.

2.- Se pasaron con la proporción de ginebra.

Las proporciones del Negroni no pueden ser más sencillas. El Negroni se compone de tres tercios: uno de gin, uno de Campari y uno de vermú rojo. Tan sencillo. Liar la proporción es como quemar el agua: imposible. Pues, aún así, hay quien se las arregla para liarla. O, ya sea porque quizás quieren ahorrar costos o quizás porque quieren justificar los disparatados valores que muchos lugares cobran por un cóctel así, se lían a echarle gin —perruno, baratejo— que aquello al final no hay quien se lo tome salvo cuando la mitad del hielo sobre el que lo han vertido se ha disuelto. Y hablando de disoluciones…

3.- No estaba agitado ni removido… ni siquiera revuelto.

A la hora de hacer el Negroni se requiere de una coctelera llena de hielo y un vaso lleno de hielo. Primero se llena la coctelera con los tres tercios de licor descritos y se agita suavemente la mezcla con una cuchara de cóctel. Esto se hace así para que los tres licores se mezclen de la mejor manera posible causando una mínima dilución del hielo que conseguirá, de hecho, darle uniformidad a dicha mezcla. Luego la mezcla, con suavidad se filtra sobre el vaso lleno de hielo. Tan sencillo, ¿verdad?

Si, en lugar de ello, decides volcar los tres tercios sobre un montón de hielo así puesto sin más en un vaso, los aromas y los sabores no se mezclarán uniformemente. Y será peor si, además, dejas la ginebra para el final, porque en lugar de una mezcla deliciosa acabarás teniendo un chupito de gin que dará paso a un chupito de vete tú a saber qué en función del orden en que los ingredientes hayan sido volcados en ese vaso. Un horror, vamos.

Tómate el tiempo —y los instrumentos apropiados— para hacerlo bien y disfrutarás de un buen Negroni —y no de un Negroni indignante—.

4.- Usaron naranja nacional ecuatoriana y una cereza en almíbar para «decorarlo».

Teniendo en cuenta, además, que la cereza en almíbar me la encontré en el fondo del vaso cuando ya alcanzaba los dos tercios de mi consumición. No sé qué puede o no pintar una cereza en un Negroni, la verdad —yo no la recomendaría—; ahora bien, para aquellos que queráis usarla por aquello de que parezca que ningún cóctel puede ir sin su cereza en almíbar respectiva (hay más formas de decorar un cóctel; aunque no me creáis, os prometo de buena fe que así es), pincharla en un palillo o algo.

Pero analicemos la peor parte de todas: naranja nacional ecuatoriana. Para aquellos que no la hayáis probado, una naranja nacional ecuatoriana está ácida. Bastante ácida. No quizás como un limón, pero casi, casi. Y tiene un ligero regusto amargo muy al fondo —justo donde acaba la acidez—. En España, a menudo nos preguntamos a qué saben las naranjas que comen las personas que diseñan el sabor del jugo de naranja envasado; pues bien, la respuesta es «a naranja nacional ecuatoriana». Si un Negroni se merece un gajo de naranja —que sin duda se lo merece—, esa naranja ha de ser dulce, carnosa, de piel limpérrima… y el gajo, grueso. No lo suficiente como para no poder doblarlo, pero lo suficiente como para poder morderlo en el momento en el que se te antoje… y poder disfrutar tanto los aromas.

Mi receta de Negroni ideal

Así pues, mi receta ideal de Negroni no podría ser más sencilla:

  1. Tres shots:
    1. Uno de ginebra. Yo prefiero la española (Rives, Larios…) pero cada uno es libre de elegir su favorita. Ahora bien, te aconsejo que no maltrates a tu Negroni con una ginebra de garrafón —combustible de aviones— porque sería una pena desperdiciar el resto de los licores; a saber:
    2. Uno de Campari.
    3. Uno de Martini Rosso.
  2. Verter en una coctelera sobre una cantidad de hielo justa, una que sobresalga ligeramente por encima de los tres chupitos ya vertidos). Agitar suavemente media docena de veces con una cuchara de cóctel.
  3. Verter el contenido de la coctelera sobre un vaso de boca ancha cargado de hielo.
  4. Decorar con media rodaja de naranja gruesa de mesa.
  5. Disfrutar.
Negroni Ibai Fernández

Probadla y ya me diréis qué os parece. ¡Salud!

¿Te gustaría recibir contenidos como éste en tu correo?

De ser así, suscríbete. No voy a spammearte, puedes tener esa seguridad. Sólo te haré partícipe por correo electrónico de los nuevos contenidos que vaya escribiendo por si te interesa leerlos. Haz clic en el siguiente enlace para ver más detalles sobre mi política de privacidad.

¿Quieres ser escritor?
El oficio de escritor - Vol. 1 - Reflexiones de un escritor primerizo

Te propongo un viaje de ida y vuelta en paralelo entre la vida y la escritura, viendo qué de la una es aplicable en la otra y qué de la otra es aplicable en la una. Sé que las reflexiones que en este primer volumen de «El oficio de escritor» te comparto te van a ser más que útiles a la hora de enfrentarte al folio en blanco.

Descárgatelo gratis rellenando el siguiente formulario. Haz clic en el siguiente enlace para ver más detalles sobre mi política de privacidad.

¿Qué te pareció? Déjame un comentario.

Prometo responderlos todos.

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

Si te gustó, considera compartirlo
Facebook
Twitter
LinkedIn
WhatsApp
Email
Si llegaste hasta aquí, suscríbete

¿Quieres que te envíe contenidos a tu correo electrónico? No voy a spammearte, puedes tener esa seguridad. Sólo te haré partícipe por correo electrónico de los nuevos contenidos que vaya escribiendo por si te interesa leerlos. Haz clic en el siguiente enlace para ver más detalles sobre mi política de privacidad.

[ultimatemember form_id="2106"]

Todos los campos son obligatorios. La eñe no está permitida como parte del nombre de usuario. Puedes echarle un vistazo a mi política de privacidad aquí.

¿Viste ya mi show?

The IF Show

En abril de 2020 comencé The IF Show en Youtube para hablar de ciertos asuntos de los que quería hablar. Después de comenzado, la cantidad de trabajo desplazó el tiempo — y la energía — que tenía para hacerlo, por lo que dejé de producirlo y emitirlo en algún momento del otoño de ese año. Voy a volver a las andadas más pronto que tarde, pero mientras que lo hago, puedes disfrutar de lo que en su momento fue.

Ibai Fernandez
Suscríbete y recibe mis contenidos en tu email

No voy a spammearte, puedes tener esa seguridad. Sólo te haré partícipe por correo electrónico de los nuevos contenidos que vaya escribiendo por si te interesa leerlos. Haz clic en el siguiente enlace para ver más detalles sobre mi política de privacidad.