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La inspiración no es indispensable

La inspiración no es indispensable

Nadie debería hacerle ascos a una buena dosis de inspiración, pero (otra buena, buenísima noticia) la inspiración no es algo indispensable para escribir (o para la realización de cualquier otra actividad). Inspiración, emoción y acción son tres segmentos de un mismo espectro que se pueden presentar de la forma más aleatoria concebible —y en relativamente interminables bucles. Alguien podría querer discutirme que la inspiración es una suerte de emoción, algo que se siente. Yo, en cambio, la considero más, por definición, como un estímulo (ya sea interno o externo) que provoca una emoción. Estímulo, respuesta; acción, reacción; inspiración, emoción. Pero, me repito: la inspiración no tiene porque llevar necesariamente a la emoción (que posteriormente lleve a la acción). La inspiración , por ejemplo, podría hacernos actuar primero con inmediatez, acción que luego nos produjere una emoción. 

Con todo, el modelo más entendido como lógico —o popularmente aceptado— es aquel en el que la inspiración (estímulo) nos produce una emoción muy intensa (respuesta) que nos llevara a hacer algo muy concreto (acción/reacción). Es decir:

INSPIRACIÓN > EMOCIÓN > ACCIÓN

Podríamos imaginarnos algunos escenarios al respecto

Dígase que la belleza de tu pareja te provoca (inspiración/estímulo) un sentimiento romántico o sensual (emoción/respuesta al estímulo) que te lleva a darle un beso (acción/reacción).

Pero piénsate también que puedes darle un beso (acción/estímulo) que te haga sentir lo muy enamorado que estás de ella (emoción/respuesta) y que te inspire (inspiración/acción) a arrancarle la ropa y a demostrarle lo mucho que la quieres de la forma más física posible… bueno, o a comprarle un ramo de flores, yo qué sé (reacción).

ACCIÓN > EMOCIÓN > INSPIRACIÓN > ACCIÓN

También, por ejemplo, la felicidad que te hace sentir pensar en ella paseando por la calle (emoción/estímulo) te lleva (inspiración/respuesta) a comprarle ese mismo ramo de flores (acción/reacción).

EMOCIÓN > INSPIRACIÓN > ACCIÓN

Otras veces, incluso, quizás te sientes a escribir (acción/estímulo) y cuando quieras darte cuenta has terminado el primer episodio de esa novela que siempre quisiste comenzar (inspiración/respuesta/acción) y acabas el día henchido de orgullo y felicidad (emoción/reacción).

ACCIÓN > INSPIRACIÓN > EMOCIÓN

Las combinaciones son… seis. Pero esto no es una clase de matemáticas. Lo importante —al menos para mí— es que podamos percibir estos tres conceptos:

  1. Cómo cualquiera de los tres segmentos de este espectro pueden conducir a cualquiera de los otros (en un ciclo infinito, de hecho, pero sin un punto de partida fijo);
  2. Como la inspiración no es el elemento indispensable, por tanto, para activar este ciclo; y
  3. Como, precisamente, son segmentos y no puntos; esto es, que ni inspiración ni emoción ni acción son hechos puntuales —mucho menos aislados—, sino, en todo caso, acciones, sucesos o procesos que de un modo u otro quedan sostenidos en el tiempo —por breve que sea el período en el que quedan sostenidos— y que están relacionados entre sí.

Algunos autores se dedican a poner el foco en la acción. Y no me parece mal… del todo. Es decir, si la inspiración no se presenta y la emoción no se produce, siempre hay algo que se puede hacer: hacer algo. Hay una frase por ahí —una de esas citas lapidarias o aforismos si se prefiere— que yo tengo asociada a Pablo Ruiz Picasso:

«Si la inspiración llega, que te pille trabajando.»

Impecable. Más cargada de razón que un cañón a punto de ser disparado lo habría de estar de pólvora. Ahora bien, una vez más, sí que es cierto que este ciclo puede comenzar desde una emoción o debido a un evento (estímulo) inspirador. Lo que es importante en el momento en el que el ciclo arranca es tener la capacidad, la conciencia y la apertura para poder convertir —o dejar que se convierta— cada segmento en el siguiente —sea cual el sea el primero y cuál vaya a ser el segundo. En tal sentido, no obstante, la constancia y la disciplina —obsérvese que no hablo de esfuerzo en esta ocasión porque no debería costarnos esfuerzo hacer algo que nos gusta hacer, como en este caso puede ser escribir— son (de lejos) conceptos más importantes a la hora de realizar una actividad con éxito que la (pura) inspiración.

Podríamos, de hecho, repasar muchas de las perspectivas que hasta aquí hemos visto que al respecto de su trabajo como escritor tenía Bukowski para sacar paralelismos en torno a estas teorías que ahora debatimos y, de manera más importante, reflexiones y conclusiones en torno a lo que él opinaba sobre la necesidad de la inspiración. En lugar de referirlas yo, puedes retroceder sobre tus pasos y leer de nuevo qué era lo que él decía al respecto del oficio de escribir y sacar tus propias conclusiones. Si te sientes en la necesidad de compartirlas conmigo, no dudes en hacerlo. Quizás, de hecho, si lo haces y las debatimos podamos llegar a nuevas conclusiones de las que merezca la pena que compartamos con la comunidad. Nada me gustaría más que saber que esto que escribo es capaz de causar una apertura mental de cierta magnitud en mis lectores que provoque —en ese mismo ciclo infinito del que acabamos de hablar— que vuestras reflexiones y conclusiones sean las que me abran la mente a mí. A fin de cuentas, así es cómo ha funcionado el ser humano —y su herramienta de supervivencia número uno, la cultura— desde que el hombre es hombre (y la mujer, mujer, para aquellos que sientan en la obligación de reseñar la constante paritaria de nuestro género animal por cuestiones de corrección política).

Y hablando de corrección política… ¿Qué tiene el Lado Oscuro de la Fuerza que, siendo tan políticamente incorrecto, a tantos fans atrajo?

Sigue el hilo

Lo que lees es parte de la serie «El oficio de escritor», dedicada a hablar del proceso de escritura y todo lo que él atañe: miedos, bloqueos, procesos, métodos y, en general, un puñado de no muy malos consejos sobre cómo afrontar ciertas partes de la vida. Puedes seguir el hilo de la serie continuando al siguiente artículo o visitando el anterior si aún no lo leíste.

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¿Mala noticia? ¡Para nada! Es más, es una maravillosa: puedes quitarte ese peso de encima: la originalidad no existe.

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A veces la mejor manera de hacer algo es no hacer nada al respecto. ¿Se me ha ido la cabeza? Y es que hay veces que la cabeza simplemente se nos va.

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En abril de 2020 comencé The IF Show en Youtube para hablar de ciertos asuntos de los que quería hablar. Después de comenzado, la cantidad de trabajo desplazó el tiempo — y la energía — que tenía para hacerlo, por lo que dejé de producirlo y emitirlo en algún momento del otoño de ese año. Voy a volver a las andadas más pronto que tarde, pero mientras que lo hago, puedes disfrutar de lo que en su momento fue.

Ibai Fernandez
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