fbpx
Encuentra tu voz · El oficio del escritor · Ibai Fernández

La originalidad es algo sobrevalorado — o relativamente inexistente. Más que perseguirla incesantemente, te recomiendo que intentes otra cosa: encuentra tu voz.

Una búsqueda simple en Google bajo el término «perder el miedo a escribir» genera más de 17 millones de resultados. Cabría suponer que 17 millones de páginas web al respecto del concepto cubren lo suficientemente bien todas y cada una de las posibles perspectivas que el ser humano puede dar —en castellano— al respecto de dicho concepto.

Sin embargo, se calculan más de 572 millones de hispanohablantes en el mundo, de los que 17 millones (aproximadamente) resulta en una proporción del 2,9% (aproximadamente). Depende de cómo se mire pueden resultar muchas o no las suficientes. Leerlas todas seguro que nos llevaría un tiempo mayor al que estamos dispuestos a invertir en «perder el miedo a escribir», eso seguro.

Analicemos, además, los que hoy —desde mi ubicación geográfica y teniendo en cuenta mi historial de navegación y todas esas cosas que Google tiene en cuenta— son los títulos de los primeros cinco resultados:

  • 10 consejos para perder el miedo a escribir

Los números siempre hacen bien en los títulos de Google como llamadores de atención. 10 es un número redondo, el de la primera unidad de decena, y uno que no es muy grande (nos cabe en los dedos de las manos) pero tampoco insignificante (son todos los dedos de las manos).

  • Convertir el miedo en inspiración para escribir

Bien. Ambicioso. Tienes miedo, conviértelo en inspiración. Toma algo malo —el miedo— y conviértelo en algo bueno —inspiración. Sobre esto sólo podríamos argüir qué es la inspiración y hasta qué punto es esencial (o no) para poder escribir un texto.

  • Supera tu miedo a escribir y conviértelo en tu próximo libro

Muy ambicioso. Demasiado, quizás. Aquí ya no es sólo convertir algo malo en algo bueno sino, además, cristalizarlo en algo tangible. Un día no sabes (no puedes) poner una sola letra sobre un folio y al día siguiente (artículo mediante) ya tienes todo un libro escrito. Además, un libro… ¿de qué? Porque libros hay de muchos tipos y muchos tipos de libros.

  • ¿Cómo superar el miedo a escribir?

Bien, también. Sencillo, la pregunta que nos haríamos todo, respondida. Directo al hueso.

  • Cómo salvar el miedo a escribir (20 recomendaciones…

También bien, aunque siendo un verbo tan ambiguo («salvar») quizás me lo hubiera ahorrado. En este caso ofrecen 20 recomendaciones que, como veíamos antes siguen sin ser muchas (son todos los dedos que un cuerpo humano tiene por defecto pero no más que justo esa cantidad).

En cualquier caso, lo importante de este ejemplo que estoy tratando de compartir con vosotros no es que aprendáis cómo hacer un buen «título SEO», que es cómo llaman a esos títulos los profesionales del marketing digital. Para eso hay muchos cursos a lo largo y ancho de internet y mi intención no es hacerles —en lo más mínimo— la competencia.

Lo importante es que veáis —que veamos— cinco tipo de aproximaciones a un mismo asunto. Y más importante aún —como cuando hablábamos hace nada del miedo— poder ver más allá: esto es, poder ver que esas cinco aproximaciones correlativas a cada uno de esos cinco autores diferentes —vamos a suponer que lo son, porque que un mismo autor despunte con dos temas idénticos en la primera pagina de Google es harto complicado— implican respectivas (y diferentes) tomas de decisiones concretas de modo que podamos entender cada uno de dichos acercamientos (resumidos en función de su título) como un punto de vista distinto; es decir, una forma de elegir qué ver y cómo verlo (qué decir y cómo decirlo), de enfrentar un mismo problema con diferentes lentes, desde diferentes prismas, con diferentes perspectivas.

Y cuando juntamos todo eso que en realidad son diferentes formas de llamar a la misma cosa es cuando podemos decir que estamos haciendo uso de nuestra voz. Y cada una de nuestras voces —como cada uno de esos más de 17 millones de resultados que muestra Google bajo la búsqueda solicitada— es una forma de alzar cada una de nuestras voces, de decir:

«Ésta es la mía».

¿Te gustaría recibir contenidos como éste en tu correo?

De ser así, suscríbete. No voy a spammearte, puedes tener esa seguridad. Sólo te haré partícipe por correo electrónico de los nuevos contenidos que vaya escribiendo por si te interesa leerlos. Haz clic en el siguiente enlace para ver más detalles sobre mi política de privacidad.

Pensando en otras formas de arte

Pensemos, por ejemplo, en otras forma de creación —que podemos posteriormente también elevar a la categoría de arte.

Si pensamos en pintura, por ejemplo, todos los pintores tienen en común que utilizan colores (las escalas de grises también son colores, para el que me vaya de listillo) y pinceles —u otras herramientas— con los que dar pinceladas —o lo que sea que otras herramientas hagan. Entonces llega un pintor que decide llenarlo todo de color a brochazos gruesos que en principio parecen no tener mucho sentido; otro que prefiere usar esos brochazos pero no tan gruesos, además de que intenta darle un hálito más figurativo a sus creaciones que el primero; luego llega un tercero que se esmera en sus pinceladas de una forma tal que sus cuadros —absolutamente figurativos— acaban mostrando un detalle que ni una cámara digital de tres trillones de megapixeles podría mostrar; y, finalmente, llega un cuarto que, sin dar brochazos gruesos ni finos ni fotorrealistas —sino algo a mitad de camino entre todos ellos—, decide poner un ojo aquí, otro allá, destruyendo un poco lo que conocemos como «anatomía, proporción y armonía de las formas» y sigue siendo pintura (y sigue siendo arte).

Yo, incluso, a veces pinto y quiero parecerme un poco al primero y un poco al segundo y un poco a los otros dos e incluso trato de inventarme algo que no he visto por ahí. Pero luego enseño el cuadro a alguien que acaba diciéndome:

—¡Ahí va! Tu cuadro me recuerda a algo que he visto hace poco. Ya te paso el enlace.

Y me doy cuenta de que la originalidad es algo excesivamente sobrevalorado, cuando no relativamente inexistente. Más sobre ello en próximos artículos.

Yo, por ejemplo, podría haberme sumado al carro de daros un número determinado de consejos concretos para que podáis perder el miedo a escribir. Algo a lo que más adelante me referiré como «consejos de libro de recetas (para escritores)». O podría haberos dicho que tengo la fórmula mágica —porque tiene que ser una fórmula absolutamente mágica, ¿no?— para que convirtáis ese miedo a escribir en todo un libro… qué diantres, podría haber añadido «de éxito» a la palabra «libro» intentando engatusaros con la idea de que un libro «de éxito» lo puede escribir cualquiera, mucho más, si tiene miedo. Podría haber enfocado esta caminata desde el punto A al punto B a lo largo de mi alambre trenzado desde el punto de vista que hubiera querido. Sin embargo, en lugar de tomar tales enfoques, tales decisiones, puntos de vista y perspectivas, he preferido tomar el enfoque del análisis de la procedencia de esos miedos.

¿Y qué tal si, en lugar de todo ello, pensamos que todos se equivocan? No dudes en darme tu tu opinión en forma de comentario a este artículo o escribiéndome un correo electrónico.

Sigue el hilo

Lo que lees es parte de la serie «El oficio de escritor», dedicada a hablar del proceso de escritura y todo lo que él atañe: miedos, bloqueos, procesos, métodos y, en general, un puñado de no muy malos consejos sobre cómo afrontar ciertas partes de la vida. Puedes seguir el hilo de la serie continuando al siguiente artículo o visitando el anterior si aún no lo leíste.

Anterior
3.

Hay dentro de cada uno de nosotros un músculo, una célula… que siempre va a tratar de convencernos de que «no lo intentemos».

Siguiente
5.

Tenemos derecho a estar equivocados. Es más, yo diría que es un deber moral, ya que se trata de la forma más fácil de garantizar aprendizaje.

¿Qué te pareció? Déjame un comentario.

Prometo responderlos todos.

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

Si te gustó, considera compartirlo
Facebook
Twitter
LinkedIn
WhatsApp
Email
Si llegaste hasta aquí, suscríbete

¿Quieres que te envíe contenidos a tu correo electrónico? No voy a spammearte, puedes tener esa seguridad. Sólo te haré partícipe por correo electrónico de los nuevos contenidos que vaya escribiendo por si te interesa leerlos. Haz clic en el siguiente enlace para ver más detalles sobre mi política de privacidad.

[ultimatemember form_id="2106"]

Todos los campos son obligatorios. La eñe no está permitida como parte del nombre de usuario. Puedes echarle un vistazo a mi política de privacidad aquí.

¿Viste ya mi show?

The IF Show

En abril de 2020 comencé The IF Show en Youtube para hablar de ciertos asuntos de los que quería hablar. Después de comenzado, la cantidad de trabajo desplazó el tiempo — y la energía — que tenía para hacerlo, por lo que dejé de producirlo y emitirlo en algún momento del otoño de ese año. Voy a volver a las andadas más pronto que tarde, pero mientras que lo hago, puedes disfrutar de lo que en su momento fue.

Ibai Fernandez
Suscríbete y recibe mis contenidos en tu email

No voy a spammearte, puedes tener esa seguridad. Sólo te haré partícipe por correo electrónico de los nuevos contenidos que vaya escribiendo por si te interesa leerlos. Haz clic en el siguiente enlace para ver más detalles sobre mi política de privacidad.