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The IF Show T01E08: Breve historia del racismo (I)

The IF Show T01E08 · Breve Historia del Racismo (1ª parte) · Ibai Fernández

Hoy en The IF Show comenzamos una breve historia del racismo buscando los orígenes de esta absurda ideología en la sacrosanta Biblia judeocristiana y en el desarrollo de la actividad filosófica de uno de los padres del pensamiento moderno occidental: Aristóteles. ¿Todos preparados?

Guión

Buenos días y bienvenidos a este octavo episodio de The IF Show. Hoy abrimos  un nuevo bloque que nos llevará al menos un episodio más y en el que analizaremos un fenómeno de tan lamentable como rabiosa actualidad: hablamos, por supuesto, del racismo que, desde la muerte de George Floyd en el vecindario de Powderhorn, en la ciudad de Minneapolis, Minnesota, en los Estados Unidos de América el 25 de mayo de 2020 ha vuelto a levantar no sólo las más numerosas alarmas sociales sino también oleadas humanas de protestas que, primero en Minnesota, luego en el resto del país americano y más tarde en todo el mundo han querido expresar su frustración, su oposición y su rechazo no sólo a la muerte del ciudadano estadounidense sino, en general, al racismo del que aún seguimos siendo víctima como raza; la única de la que en realidad todos formamos parte: la raza humana. Otro viaje apasionante al que os invito que me acompañéis. ¿Vamos a ello?

Así pues, vamos a comenzar tratando de averiguar los orígenes y las fundaciones del racismo — que no sus fundamentos, pues no tiene ninguno — para averiguar a santo de qué creernos especiales — o creer al prójimo inferior — en relación a unos cuantos rasgos distintivos como lo puede ser, sin ir más lejos, el color de nuestra piel.

La tesis que mantendremos en este caso desde The IF Show será que el racismo no está en el color de piel ni en cualesquiera otros rasgos distintivos entre las diferentes etnias de esta única raza que es la humana, sino, más allá, en la división de las clases sociales, en el poder económico y fáctico de las personas y en cómo este ha determinado de qué forma se ha escrito la Historia — que, recordemos, siempre la escriben los vencedores y en casi ninguna ocasión los vencidos — así como de qué forma dicha Historia ha afectado al desarrollo de nuestra cultura entendida también como una sola: como el crisol que es la «cultura humana» que, como tal y al margen de cuantas divisiones y subdivisiones queramos hacer de ella, se refleja en cada uno de nuestros muy diferentes, diversos y numerosos lenguajes, esas herramientas que tenemos los humanos — todos los humanos — para formar, clasificar, deformar y entender el mundo que nos rodea.

Va a ser un viaje apasionante, no me cabe duda. Así que bienvenido a esta «Breve historia del racismo». ¡Empezamos con la primera parte!

El asesinato de George Floyd — y no sólo la muerte, que a las cosas hay que llamarlas por su nombre —, como hemos dicho en un principio, acaeció en la noche del 25 de mayo de 2020, en plena ola de COVID-19.

Ahora bien, ya antes de la expansión a nivel global del COVID-19 había un virus extendido a nivel pandémico y global entre todos nosotros con tasas de mortalidad extremadamente más altas que las del coronavirus mucho antes que de Wuhan se escapara el susodicho. Este virus parece — tan lamentable como incomprensiblemente — estar instalado en nuestro código genético y se llama racismo. Esto no sólo lo digo yo, sino que también lo secunda el gran Spike Lee.

Y es que, como comenzaremos a ver en sólo unos instantes, pareciera que las diferencias con el prójimo han marcado, desde los albores de toda civilización, una distancia insalvable entre nosotros que, además, hemos sido cómplices de elevar al grado de persecución criminal durante los siglos de los siglos… Amén.

Y si digo «amén» es porque, aunque os pueda parecer antitético, las primeras búsquedas de las fundaciones racistas de la historia nos llevan al libro más vendido del planeta Tierra, aquel que muchos consideran «la Palabra de Dios»; no otro que la mismísima, traducidísima y sacrosanta Biblia. Vamos a verlo.

Racismo en la Biblia

Muchos — y no creáis que hace muchos siglos, sino hasta hace unos aproximadamente 70 años — han querido encontrar en este pasaje del Génesis de la Biblia judeocristiana que leemos a continuación una explicación — o, incluso, mejor dicho, una justificación divina — en el racismo. Prestadle atención que el fragmento no tiene desperdicio.

18 Los hijos de Noé que salieron de la barca fueron Sem, Cam, padre de Canaán, y Jafet. 19 Éstos fueron los tres hijos de Noé, y con sus descendientes se volvió a poblar la tierra. 20 Noé comenzó a cultivar la tierra, y plantó una viña. 21 Un día Noé bebió vino y se emborrachó, y se quedó tirado y desnudo en medio de su tienda de campaña. 22 Cuando Cam, o sea el padre de Canaán, vio a su padre desnudo, salió a contárselo a sus dos hermanos. 23 Entonces Sem y Jafet tomaron una capa, se la pusieron sobre sus propios hombros, y con ella cubrieron a su padre. Para no verlo desnudo, se fueron caminando hacia atrás y mirando a otro lado. 24 Cuando Noé despertó de su borrachera y supo lo que su hijo menor había hecho con él, 25 dijo: «¡Maldito sea Canaán! ¡Será el esclavo más bajo de sus dos hermanos!» 26  Luego añadió: «Bendito sea el Señor, Dios de Sem, y que Canaán sea su esclavo. 27  Dios permita que Jafet pueda extenderse; que viva en los campamentos de Sem, y que Canaán sea su esclavo.» 28 Después del diluvio, Noé vivió todavía trescientos cincuenta años; 29 así que murió cuando tenía novecientos cincuenta años.

Del valor narrativo de la Biblia

Como podemos ver, a expensas del juicio que podamos hacer del valor narrativo de este episodio para así evaluar los obvios agujeros tanto argumentales como argumentativos de la Biblia (en un versículo Noé está plantando una viña y en el siguiente ya no sólo ha crecido, florecido y dado sus frutos, sino que también le ha dado tiempo a cosechar, prensar la uva, dejarla fermentar, servirla, pegarse unos tragos y ponerse completamente ebrio con ellos… que, ojo, con razón los personajes bíblicos duraban cientos de años, por cierto; a este ritmo, ¡no me extraña!), hay de fondo una cuestión que en muchos casos puede ser tildada de racista y que, como tal, ha servido a muchos «estudiosos» de los últimos 40 siglos para justificar el racismo en nombre de la «Palabra de Dios».

Y es que, al parecer, de acuerdo a estos «estudiosos», Cam representaría al pueblo negro como Set lo haría respecto del judío y del árabe y Cafet del blanco, de modo que Noé estaría condenando a su nieto negro, hijo de su hijo Cam, también negro, a ser esclavo de todos los demás seres de la Tierra.

Y es que, ateniéndonos al caso místico de la Biblia, sería Noe a través de sus esposas, hijos y nietos los que se encargarían de repoblar una desolada tierra después de cuarenta años de vagar por la superficie inundada de la tierra en un barquito en el que daba cabida a todos los animales de la Tierra.

¿Difícil de creer? También lo es que la Tierra es plana y no por ello dejo de sustentarse que lo era hasta que Copérnico y Galileo dieron sendos puñetazos en la mesa de una institución, la eclesiástica, que ha vivido siempre de tratar que nada que pudiere poner en tela de juicio sus fundamentos fuera investigado y mucho menos demostrado — así como de someternos a todos las creencias que, instaurados por ella misma, elevó al grado de dogma.

Sobre la endogamia

Estaríamos hablando, por tanto y en cualquier caso, de que, de acuerdo a este misticismo obvio de la Biblia judeocristiana, la raza humana sería una raza endógama por naturaleza; y, por si no lo sabíais, la endogamia debilita al ser humano hasta el punto de hacerlo inservible, enfermizo y más propenso a una mala vida y a una muerte temprana. Es el caso de la dinastía de los Austrias en la España de los siglos XVI y XVII así como el  de un alto grado de la población del sur de los Estados Unidos. Pero de eso quizás podamos hablar en los comentarios del vídeo si gustáis.

Ahora bien, antes de avanzar, repasemos este fragmento bíblico. Lo primero, el tema de la paternidad en la Biblia… ¿Qué le pasa a todos los padres de la Biblia que son unos padres tan tristemente paupérrimos?

Sobre la paternidad en la Biblia

El mismísimo Dios castiga a su hijo adolescente Lucifer por algo que hemos hecho todos siendo adolescentes: rebelarnos; porque ésa es la naturaleza adolescente: encontrar su sitio en este mundo y para ello hay que rebelarse contra la percepción de niños indefensos que los padres tienen de su prole incluso mucho más allá de la adolescencia.

Y no lo hace con un castigo comedido, no: lo hace obligándole a reinar en el Infierno como maestro torturador per secula seculorum. ¿Qué padre querría algo así para su hijo por muy horriblemente que se hubiera comportado este último?

Luego el propio Dios manda a su hijo a morir víctima de una de las peores formas de tortura que se conocieron en el Imperio Romano: la crucifixión. Además de que, misterio de la Santísima Trinidad mediante, cometió suicidio, de modo que Él mismo, de acuerdo a su propia ética descrita en este libro al que ahora nos referimos — la Biblia, por si alguno lo ha olvidado —, se condenó al mismo «caldero hirviendo» al que había ya de por sí condenado a su hijo Lucifer e incluso, por la misma lógica a su hijo Jesucristo (además de a una paloma que por allí pasaba y que preñó a una Virgen, vaya usted a saber).

Y no contento con esto, Noé como padre en primer lugar de su familia y como supuesto padre de la subsiguiente humanidad, condenaría a su hijo cuando fue él el que se emborrachó y se desnudó para acostarse… que ya me diréis vosotros donde está el pecado en eso, por cierto.

Que si eso fuera un pecado de una magnitud tal como para condenar a todos nuestros descendientes a la esclavitud, no creo que quedara un humano ciento por ciento verdaderamente libre sobre la faz de la Tierra, plana o redonda, pues, como del este libro sacro se extrae más adelante, que quien esté libre de pecado tire la primera piedra.

Pero no, el pecado — en la lógica bíblica — no fue de Noé, sino de Cam. Volvamos a analizar lo que nos dice la Biblia a este respecto.

Sobre el «pecado de Cam»

22 Cuando Cam, o sea el padre de Canaán, vio a su padre desnudo, salió a contárselo a sus dos hermanos. 23 Entonces Sem y Jafet tomaron una capa, se la pusieron sobre sus propios hombros, y con ella cubrieron a su padre. Para no verlo desnudo, se fueron caminando hacia atrás y mirando a otro lado.

Lo primero, lo obvio: ¿Por qué no caminaron hacia delante dejando a su padre a sus espaldas si lo que querían era evitar verlo desnudo? ¡Qué carencia de lógica! Esto no se entiende. Como no se entiende que — puestos a hacer interpretaciones tan libres como de la Biblia siempre se han hecho — se pueda extraer de este vigésimo segundo versículo que Cam salió a burlarse de su padre…

¿Dónde dice exactamente eso? Yo leo que salió a contárselo a sus hermanos… Quizás, precisamente, el bueno de Cam, preocupado porque su padre pasara frío pero — siendo el menor de ellos, por cierto — indeciso al respecto de qué acción tomar, corrió a sus hermanos mayores a buscar su sabiduría y consejos quienes, para ayudar a su borracho e inconsciente padre, decidieron amable y lógicamente, cubrirlo para que no se resfriara, que una gripe en aquellos años podía ser mortal incluso para alguien que había sobrevivido años y años de nevegación por la inundada faz de la Tierra…

Sobre la locura de Noé

Yo creo que la conclusión de esto es que Noé ya experimentaba para esta época episodios de demencia senil y que ésta fue una de las expresiones más claras de dicha dolencia. No atendió a razones sino que decidió maldecir a diestro y siniestro porque ésa era la moda de la época: me caes mal, te maldigo; a ti y a todas tus generaciones por venir… Menudo ejemplo de «padre de la humanidad». Si esto es un padre, yo prefiero ser huérfano… 

Sobre el lenguaje universal: los números

Que, por cierto, ya que me acabo de ganar un montón de enemigos gratuitamente, dejadme hacerlo del todo bien y ganarme otros pocos más. Se dice de la Biblia que es la «palabra de Dios»… ¿Quién dice que un ser omnipotente, presente y sapiente se quisiera expresar a través de una herramienta tan exigua como en realidad lo es el lenguaje? Y a cualquier lenguaje me refiero.

Quiero decir, de haber decidido hacerlo en palabras, ¿por qué elegir el hebreo para hacerlo en lugar del chino, el árabe o de cualquier otra lengua de las que, supuestamente, le dio por crear cuando se erigió la Torre de Babel? Para aquel que lo quiera saber, sólo hay un lenguaje universal en el que no sólo se expresa cada ser humano de este planeta, sino en el que también se expresa toda la naturaleza en principio por Dios creada: los números.

Así que, y ésta es una de tantas reflexiones que hoy hacemos desde The IF Show, si un Dios creador, omnipotente, ubicuo y omnisapiente hubiera querido establecer un código universal para todas las criaturas de Su creación… ¿no sería mucho más lógico haberlo hecho en números? Dos más dos son cuatro en todas las culturas, la suma de los ángulos de un triángulo siempre suman 180 y cualquier objeto que se suelta sobre la superficie de esta Tierra (redonda, por cierto) cae a 9,8 metros por segundo al cuadrado; esto es lo que yo llamo universalidad y está mucho más cerca de ser una religión que cualquier otro discurso que, inventado o no por un ser supremo haya sido mediado por el hombre durante los siglos de los siglos, amén… Y si me equivoco, por favor, tened a bien dispararme a discreción en los comentarios de este episodio.

Vamos a las conclusiones finales de este fragmento.

Conclusiones finales: el racismo en la Biblia

De vuelta al racismo, por tanto, otra de las obvias obviedades, si me permitís la redundancia, es que en ningún momento en todo este pasaje se citan las características étnicas de Cam o el color de su piel — como no se citan la de ninguno de sus hermanos.

Así pues, ¿de dónde sacaron estos supuestos «estudiosos» este concepto de que Cam era negro y que, por tanto, están los negros «condenados» a servir a judíos, árabes y, por supuesto, al hombre blanco? ¿Y por qué no se menciona nada en este pasaje de la Biblia sobre los asiáticos, los latinos o los indios americanos? Si Dios era omnisapiente, por qué no sabía de la existencia de estas otras etnias humanas… o por qué las trataba con indiferencia? 

Lo más lamentable de este episodio de la humanidad es que en las políticas colonialistas de naciones como Inglaterra, Bélgica, Francia, España, etc., este pasaje se enseñaba a niños africanos a lo largo y ancho del continente como modelo explicativo «debidamente justificado» para que éstos crecieran en la asunción de que no sólo tenían el peso del pecado original causado de acuerdo a la leyenda bíblica por Adán y Eva, sino que tenían, además, sobre sus hombros, otro pecado, el de Cam, que les obligaba 40 siglos más tarde por su naturaleza (y su color de piel) a ser esclavos del «hombre blanco»…

Y luego me preguntaréis por qué, citando al gran Groucho Marx, siempre repito aquello de «no aceptaría pertenecer a ningún club que me aceptase como socio»… mucho menos al humano. Y es que no creo que haya mucha más crítica que hacer que la que la Historia del ser humano ya de por sí se hace a sí misma en su propio desarrollo… En fin [suspiro]… continuemos.

Esclavitud, racismo y Artistóteles

Y de una enseñanza clásica — la de la Biblia — pasamos a otra: la de Aristóteles. Es innegable el aporte aristotélico a la cultura moderna (y mucho más dentro de la cultura occidental). Pero igual que Aristóteles la lio parda (es decir, se equivocó) en muchos otros aspectos — en sus escritos naturalistas y de anatomía, por ejemplo —, también hizo lo suyo por condicionar el concepto que posteriormente se tendría de la «superioridad de unas “razas” respecto a otras» y que, precisamente, invitó a la Iglesia Católica Apostólica y Romana a basarse en su doctrina — la aristotélica — la mayor parte de su hoja de ruta hasta que ya entrado el Renacimiento decidieron sustituir aquélla por la doctrina platónica, un poco, al parecer, menos dogmática en su concepción tanto de lo humano como de lo divino.

Pero esa es otra historia. Hablemos, ahora de Aristóteles.

Las divisiones de Aristóteles

Si bien desde los albores de la humanidad ha habido prácticas continuas de diferenciación y segregación social así como de enaltecimiento de la peculiaridad del grupo social del que uno formaba parte frente a los otros, fue Aristóteles el que quiso dejar una de las primeras constancias escritas de dichas prácticas.

Tengamos en primer lugar en cuenta que en muchas lenguas el concepto de «comunidad/humanidad» se equipara al de «hombre» en tanto que «ser humano» — del sexismo nos ocuparemos en otro episodio. De ahí que podamos extraer una interpretación positiva — la de «la comunidad es humana, sin importar distinciones» — y una muy negativa: «los humanos somos la comunidad y cualquier miembro que no forme parte de nuestra comunidad “no es humano”.»

Esto, además, se mezcla con la necesidad de muchas culturas de validarse a sí mismas declarándose «especiales» en relación a otras comunidades en un (absurdo, si me lo permitís) esfuerzo por tratar de atribuir un «valor universal» a determinados aspectos de sus formas de vida y de intentar hacer prevalecer éstos frente a otros como «los mejores y los más importantes».

En definitiva, mi comunidad es mejor que la tuya porque es más universal; porque lo que en la mía está bien, «ha de estar bien en todas»; y si tu eres diferente, te jodiste, con perdón de mi francés. Porque las diferencias no nos gustan y nunca aprenderemos que «en la diversidad está el gusto».

Porque así somos los humanos: de mirarnos mucho el ombligo y de pensar que el nuestro es el más bonito, el más humano, el más importante de todos los demás ombligos; tanto a nivel personal como comunitario, tanto a nivel personal como colectivo.

Es, en otras palabras, el clásico tango sobre las opiniones como concepto cuya expresión se le atribuye al grandísimo Clint Eastwood: que las opiniones son como los traseros; que todos tenemos uno y que todos pensamos que el nuestro huele mejor que cualquier otro cuando, en realidad, todos huelen a puro estiércol humano.

Pero… ¿qué tiene que ver esto con Aristóteles y con el racismo?

La opinión de Aristóteles

Pues que Aristóteles, como cada uno de nosotros, tenía su opinión. Ahora bien, la suya no sólo tuvo a bien dejarla por escrito sino que, además, resultó, como hemos comentado, extremadamente influyente en todo el pensamiento posterior a su muerte, especialmente en aquel sostenido durante la Edad Media y abrazado por el principal órgano difusor de la cultura en Occidente durante tantos siglos: la Iglesia Católica.

Así pues, cabe analizar cuál era la opinión aristotélica en relación a la segregación y a la discrimianción racial, que es lo que vamos a hacer a continuación. Vamos a ello.

Entre las avanzadas civilizaciones del pasado podemos contar la de los sugeríos en Mesopotamia, la del Antiguo Egipto y la de la China antigua, además de la minoica, la micénica, la fenicia, la de los hititas, la de los persas en Oriente Próximo, la del reino nubio en África y, por supuesto, la de todas las culturas que el invasor europeo se encontró al llegar a América en 1492.

En la historia cultural europea fueron las ciudades-estado griegas de donde nació la primera civilización avanzada y de donde surgió la cultura helénica cuya herencia recogió el Imperio Romano.

Y si bien cualquier visitante del presente se sorprendería por la carencia de homogeneidad de estas civilizaciones — teniéndolas por mucho más multiculturales que cualquier civilización del presente — bien es cierto que en todas ellas no sólo se dio, sino que se asentaron sobre una construcción social que a día de hoy nos parece a todas luces repugnante: la esclavitud.

Ahora bien, esta institución social de la esclavitud, si bien nos pudiere dar a nuestros ojos presentes la sensación de alzarse sobre una concepción racista de dichas sociedades, debidamente habría de ser puesta en una perspectiva que cabría analizar bajo la lente del microscopio de la Historia.

Y es que, si bien los esclavos — como demuestran las muchas de sus sublevaciones de las que aún a día de hoy guardamos registro — no estaban de acuerdo con su situación, era ésta una que recaía muchas más veces en sucesos de índole expansionista y conquistadora por parte de las diferentes civilizaciones mencionadas que propiamente en la concepción de unos seres humanos como inferiores a otros por cualesquiera motivos de índole racista queramos pensar. 

Es decir, en primer lugar, los esclavos luchaban por su emancipación como tales y no por el derrocamiento de la ideología esclavista; y, en segundo, esta ideología esclavista no esta relacionada con ninguna ideología racista sino más bien como una concepción plenamente aceptada por parte de todas las civilizaciones, tanto las conquistadoras como las conquistadas, en todas de las cuales la esclavitud era una institución social aceptada como parte, una vez más, de cuales hubieran sido las victorias y las respectivas derrotas que hubieran tenido lugar de unas naciones sobre otras.

En definitiva, la esclavitud formaba parte del mundo antiguo como forman parte de las sociedades modernas la existencia de las diferentes clases sociales y a toda expensa de la necesidad de teorías racistas que la justificasen.

Pero nos hemos ido un poco de la cuestión, porque aquí la clave era preguntarse: ¿Qué opinión tenía Aristóteles en relación al racismo?

Pues lo primero es entender la segregación que hacía Aristóteles, entendiendo la segregación como la acción o efecto de segregar; es decir: 

segregar (verbo transitivo): Separar una cosa de otra de la que forma parte para que siga existiendo con independencia.

¿Y qué segregaba Aristóteles? A los bárbaros de los helenos, pero, punto uno, lo hacía como opuestos asimétricos e irreconciliables y, punto dos, lo hacía teniendo en cuenta que «bárbaro» en griego, significaba «extranjero» y no — entre otras cosas — lo que significa a día de hoy; es decir:

bárbaro (adjetivo/nombre masculino y femenino)

[persona] Que comete actos violentos, crueles e inhumanos, propios de una persona no civilizada. SINÓNIMO — salvaje.

[persona] Que es incivilizado, con poca cultura y, generalmente, rudo o grosero. 

ETIMOLOGÍA

Préstamo (s. xiii) del latín barbarus y este del griego bárbaros, que se refería inicialmente a los pueblos extranjeros en general.

¿Significa eso que Aristóteles no discriminaba? No, en absoluto. Aristóteles fue el primero en sistematizar la discriminación en sus escritos como paso posterior a esa segregación de la que hemos hablado.

Y si bien, en definitiva, «bárbaro» era «extranjero» como «heleno», en el discurso aristotélico luego también heredado por los romanos, era «nacional», bárbaro implicaba no sólo una diferenciación de origen — y, por tanto, de costumbres — sino que había en dicha distinción una connotación intrínsecamente peyorativa como la que se hacía, por ejemplo, en relación al género, en función del cual las mujeres quedaban relegadas como «animales de inferior categoría principalmente aptas para la reproducción de la especie».

En conclusión, para Aristóteles — y luego para el resto de la comunidad helénica así como más tarde para los romanos — los «bárbaros» (es decir, los extranjeros) eran inferiores por naturaleza y, por tanto, por naturaleza, estaban destinados a la servidumbre, aconsejando a su más insigne discípulo, Alejandro el Magno, a tratarlos como animales, con toda la desvalorización cultural de las tribus y civilizaciones foráneas que ello implica. ¿Es esta lógica aristotélica a todas luces racista? Veámoslo a continuación

A primera vista bien parece que cabría decirse que sí, que además de racista era xenófoba, mucho más cuando Aristóteles fue el primero que desarrolló una intento de explicación sistematizada de los diferentes rasgos físicos de los pueblos en función de cuáles eran las condiciones climáticas de las regiones donde vivían — una idea, por cierto, retomada con muchísimo entusiasmo por los pensadores del siglo XVIII. Era ésta, en cualquier caso, una etnografía tan desacertada como lo eran tantos otros de sus estudios, basados únicamente en el poder de su observación.

Ahora bien, algo hay que dejar claro: en ningún momento de la «narrativa aristotélica», su autor deja entrever aquel típico tópico racista de «el mundo estaría mejor sin…» En este caso — el de Aristóteles — sin bárbaros (es decir, sin extranjeros).

Además, el caso helénico es todavía más poderoso en este sentido: que los griegos nunca consideraron que su país, su nación o sus ciudadanos estuvieran en peligro por el contacto con esos bárbaros, esos extranjeros, esos — diría hoy el racista — miembros de otras razas… mientras que pareciera que a los racistas contemporáneos (y a los no tan contemporáneos) lo que les lleva a la ira que les causa el odio por estas supuestas otras «razas», como diría el Gran Maestro Jedi Yoda, es el miedo. Porque, citando al entrañable homúnculo proveniente de una galaxia muy, muy lejana: el miedo lleva a la ira, la ira lleva al odio y el odio al Lado Oscuro. ¡Qué buenas enseñanzas que nos deja el cine!

Conclusiones: etnocentrismo

Creo que por hoy ya hemos tenido bastante y bastante os dejo ya a reflexionar al respecto de todo lo que hasta aquí hoy se ha comentado, y es por eso que cerramos ya el episodio. Pero no sin antes dejaros otra reflexión para que podáis seguir pensando hasta la semana que viene. Lo que quiero que analicemos es la cuestión del etnocentrismo como base estructural y componente fundamental del racismo. Y lo vamos a hacer con un claro ejemplo:

El etnocentrismo, como en el caso de Aristóteles, resulta de poner a tu tribu, etnia, a tu «raza», a tu nación… en definitiva, a tu comunidad — en el caso de Aristóteles, la helena — como centro del universo dándole, por lo tanto, mayor importancia — y más importantemente, justificación a dicha tal importancia — que a cualquier otra tribu, etnia, «raza», nación… o comunidad.

Para que lo tengáis claro y para invitaros a la reflexión, he aquí el ejemplo más perfecto que he encontrado: desde Occidente muchas personas con ideas culturales etnocentristas y, en definitiva, sesgadas, opinan que es un acto sexista, machista, denigrante y humillante el que en la cultura árabe y bajo la doctrina del Islam se obligue a las mujeres a vestir velos o, más allá, burkas. Sin embargo las monjas cristianas católicas apostólicas y romanas también lo hacen, pero en la parte del mundo aún dominada por el influjo de la Iglesia Católica lo llamamos «tradición». Respondedme, pues: ¿Por qué en un caso es humillante, ultrajante y, en definitiva, reprochable de una cultura (la musulmana, la islamista), pero en el otro caso es una tradición más que muestra el respeto de las religiosas cristianas a su Dios? Os dejo pensando.  

En el siguiente episodio profundizaremos en este concepto así como en otros de suma importancia para comprender — si es que se puede comprender — el racismo como ideología: por ejemplo, los de percepción cultural, estereotipos, prejuicios y el de realidad cultural en tanto que esta queda determinada por cada uno de los lenguajes que hablan cada una de las personas. Y, como prolegómeno, os ofrezco un ejercicio en forma de pregunta: ¿Habéis buscado alguna vez «negro» en el diccionario? Atreveos y alucinaréis; prometido.

Despedida

Se acaba Aristóteles y cerramos episodio.

Segundo episodio: breve historia del racismo

De la edad media al siglo XX

a esparcir e   a la Iglesia — que basta muchas de sus doctrinas en deformaciones de las palabras del sabio helénico

; y lo haremos bajo el título de «Breve Historia del Racismo» tratando de remontarnos hasta los orígenes fenomenológico del mismo para entender su fundación, que no sus fundamentos; y es que, como quizás podamos convenir antes de comenzar, raza sólo hay una y es la humana: blancos, negros, amarillos, morenos, tostados, trigueños, rosados… por mi parte, si vienes en son de paz, bienvenido extraterreste… Nuestra raza, la única raza, la humana, es un crisol y quien no vea esto no me merece ver el sol.

Y si me atrevería a decir locura es porque, además de algunas de las imágenes que se han visto son radicalmente locas, algunas de las repercusiones del caso lo son aún más: por ejemplo haber retirado a la tía Jemina de las estanterías de los supermercados porque, se supone, alimenta estereotipos racistas.

Entonces yo me pregunto… ¿habríamos de censurar décadas de caricaturas de Tom y Jerry por exhibir a un personaje sin cara pero que obviamente era una mucama negra: la Negra Tomasa? ¿Habríamos también de censurar uno de los diseños más clásicos, en este caso de los supermercados españoles: la del Colacao? Precisamente Tía Jemina es una marca de Quaker Oats… y sin embargo no veo que la famosa imagen de la Quaker — un cuáquero — haya sido víctima de toda esta controversia en la que nos encontramos. ¿O por qué no retirar también la imagen de Tony el Tigre de los Frosties, por miedo a ser depreciativo respecto a todos los tigres del mundo?

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Prometo responderlos todos.

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En abril de 2020 comencé The IF Show en Youtube para hablar de ciertos asuntos de los que quería hablar. Después de comenzado, la cantidad de trabajo desplazó el tiempo — y la energía — que tenía para hacerlo, por lo que dejé de producirlo y emitirlo en algún momento del otoño de ese año. Voy a volver a las andadas más pronto que tarde, pero mientras que lo hago, puedes disfrutar de lo que en su momento fue.

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