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The IF Show T01E02: Cómo capitalizar a un hater

The IF Show T01E02 · Cómo capitalizar a un hater · Ibai Fernández
The IF Show T01E02: Cómo capitalizar a un hater

La verdad que me siento una persona afortunada. Siempre lo he sentido por muy depre que, como todos, haya llegado a estar por momentos. Y es que, recordad, aprendemos por contraste, de modo que no se pueden alcanzar la mieles de una felicidad plena (así sea esta de lo más pasajera posible) sin haber alcanzado las hieles de esos momentos en los que creemos que lo mejor que nos podría pasar es que viniera una nave alienígena a destruir el planeta o, cuanto menos, a llevarnos de aquí.

Recientemente, como habréis podido comprobar, empecé en esta aventura de lo que yo llamo «youtuberismo». Y es que ya casi que parece un movimiento ideológico o incluso religioso; generacional lo es, sin duda, pero ya tendremos tiempo de hablar de generaciones muy, muy pronto.

De lo que vamos a hablar hoy es de que pareciera necesario que cuando uno se siente tan afortunado como yo, le crezcan como setas estos personajes que reúnen una serie de requisitos imprescindibles para convertirse en tales y que han venido a conocerse en la cultura digital popular como «haters» o «trolls». «Bullys» digitales que, generalmente aprovechando el anonimato, viven para expresar su desazón y frustración en las redes de los demás. Ahora bien, sepamos distinguir:

La diferencia principal entre un «hater» y un «troll» es, diría yo, el grado de enemistad que éstos guarden contigo y el daño que intenten hacerte. Los «haters», por ejemplo, muestran su odio — de ahí su nombre — por cierto sujeto o persona presentando sus argumentos de una manera muy racional, si bien su sesgo ideológico les condiciona a siempre mostrarse contrario al que sea el objeto de su odio. Es decir: van a hacer daño.

Un «troll», en cambio, no tiene porque odiar a nada ni a nadie ni querer tan siquiera hacer daño con sus comentarios; un «troll» lo que quiere es llamar la atención, pues en ello encuentra un placer en principio irracional — y me atrevería a decir que casi erógeno — en llevar las conversaciones a las simas (sí, con ese) de la miseria humana: los insultos y los ataques personales; todo ello desde una posición que, además, mantendrán independientemente a cualquier explicación de peso o argumento lógico.

Ojo, que no es tan sencillo diferenciarlos ya que ambos comparten muchas características muy comunes y, sobre todo, muy definidas. // Por ejemplo, ambos comparten el narcisismo y el egocentrismo, el maquiavelismo — es decir, una tendencia enfermiza a la manipulación —, la megalomanía («yo soy superior a los demás») y, por supuesto, el exhibicionismo (porque, claro, si no se dan a notar no son nadie), todo ello combinado con altas dosis de superficialidad. Ahora bien, los «haters» se diferencian de los «trolls» en que tiene una extrema falta de empatía// característica propia de la psicopatía como también lo es la incapacidad extrema a la hora de reconocer sus errores, responsabilidades para con éstos o para con la toma de su propias decisiones.

Ted Bundy, Charles Manson y Donald Trump, por ejemplo, son exponentes perfectos de psicópatas, tanto en la vida real, como en la ficción. Porque cuanto menos, lo del actual presidente de los Estados Unidos da para comedia; una de humor extremadamente negro, eso sí. 

En definitiva: el «troll» no es más que un bufón con ganas de hacerse notar; el «hater», en cambio, es una persona con serios problemas psicológicos que bien tendrían que ser revisados por un especialista de la salud mental.

Y yo, precisamente, tuve uno de estos «haters» en mis redes hará no más de 10 días. La buena noticia, no obstante, es que tener «haters» como parte de nuestras comunidades no es nada malo; al contrario, es prueba de que algo estaremos haciendo bien que estamos provocando la envidia, la dentera y los celos de otras personas que  sienten la frustración y la impotencia de no poder ponerse a nuestro nivel — sea cual fuera éste.

Así que hoy he decidido que quiero usar este caso concreto como ejemplo para explicaros «cómo capitalizar a un “hater”». Así que vamos con la lección del día. Primer paso: observando al enemigo

Observando al enemigo

Para capitalizar a un «hater» vas a necesitar provocarle, pero, eso sí, siempre y cuando ya hayas comprobado que todas sus cartas están sobre la mesa, que no guarda ningún as bajo la manga y que, desde luego, tú tienes una mejor mano que él.

Así, pues, en primer lugar, observa a tu enemigo. Una rápida investigación te va a demostrar muchas cosas: lo primero, si tiene un perfil anónimo o no, lo cual dice mucho del grado de su profesionalización como «hater».

Lo segundo, si ya lo ha hecho en otras ocasiones si su odio tiene un oscuro objeto de deseo o si, por el contrario, se trata de una persona que expresa su odio de forma indiscriminada y aleatoria.

Lo tercero, si él produce algún tipo de contenido cuyos puntos débiles te pudiere convenir en algún momento explotar.

Estás mandando a tu aparato de inteligencia militar a hacer las investigaciones pertinentes que te den ventaja en la batalla en caso de ésta llegar a producirse.

No muestres miedo y ponlo en evidencia

No muestres miedo porque no habrías de tenerlo. Recuerda que si el «hater» es tal es porque, en su envidia, le carcome la frustración y la negación y, en definitiva, la infelicidad. Tú no eres infeliz, así que no deberías tenerle ningún miedo.

Y ponlo en evidencia. No sólo le respondas allí donde te ha demostrado su odio. Toma las capturas de pantalla adecuadas. Porque, además, es una actitud muy «hater» tirar la piedra y esconder la mano; es decir, borrar los odiosos comentarios una vez le hayas demostrado que estás dispuesto a medirte con él en el campo de batalla.

Por cierto, esto sirve en la vida real con los «bullys» de la vida real. Es mejor plantarle cara a un «bully» a la primera oportunidad que darle pie para que haya una segunda y una tercera. Palabra de víctima de abusos escolares.

Así, habiéndole respondido justo en el mismo lugar donde sea que el «hater» de turno te ha demostrado su odio, toma esas capturas de pantalla y dedícale una publicación en la que combatas su odio con tu empatía.

Eso sí, borra su identidad de las capturas con un desenfoque de su foto y su nombre de perfil. Recuerda que estás ante un narcisista exhibicionista megalomaniaco histérico y tú no quieres ahondar más en sus traumas; tú lo que quieres es hacer notar a tu comunidad que hay gente que se merece el abrazo que no le dieron de pequeño. Punto.

¡Pobrecito mi «hater»! ¿No te daban cariño de pequeño? Ven que yo te abrazo. Cuéntame, mi amor, cuéntale a Ibai tus traumas infantiles… Paso 3…

Hazte el sordo y ponte el uniforme de batalla

Lo primero que vas a tener que hacer es desoír a esa parte de tu comunidad que, noble y respetuosamente, te invita a evitar la confrontación con el susodicho «hater»

Si quieres capitalizar a un «hater» vas a tener que ponerte el uniforme militar, bajarte al campo de batalla y repartir hostias como panes de la misma manera que un cartero reparte cartas.

Pero date cuenta de que ya, de entrada, estás capitalizando a ese «hater» gracias a la bondad, la amabilidad y la buena voluntad de esa parte de tu comunidad que sabe, ciertamente, que tú vales mucho como para estar gastando tu energía en combatir a estos incitadores semi-profesionales del odio. Digo «semi» porque en nada se parecen a estos tres, verdaderos profesionales del sector:

Para este momento de la contienda es más que probable que tu «hater» decida abandonar el campo de batalla. Sabe que lo sabes, sabe que no tienes miedo y sabe que ya estás preparado para tirarte al fango si fuere necesario para hacer reír a tu comunidad a su costa; es decir…

Recuerda que no le estás escribiendo a él — o a ella. Recuerda que su existencia te la suda completamente y que ya has comprobado que tienes una comunidad que se merece lo mejor de ti porque te muestra su apoyo incondicional.

Dirígete a ella. Nada quema más a un narcisista exhibicionista megalomaniaco histérico que dejarlo fuera del grupo del que a toda costa quiere formar parte.

Sarcasmo time!

O dicho de otro modo, convierte al «hater» en «troll». ¿Por qué? Porque, como hemos dicho, un «hater» tiene razones en principio lógicas para ser un «hater»; un «troll», no. Y, por tanto, convirtiendo al «hater» en «troll» ya has ganado la batalla. A partir de ahí que se quiera hacer notar o no ya no es tu problema. Y recuerda que, si no, en un caso extremo, siempre puedes, como te lo dijo El Chombo…

Para convertir a un «hater» en un «troll», no creo en ningún caso que haya mejor método que saber dar buen uso al sarcasmo.

El sarcasmo, por otro lado, para aquel que a estas alturas del siglo XXI no lo sepa ya, es una forma de utilizar el humor con ironía — esto es, decir justo lo contrario de lo que se quiere dar a entender — usado para ridiculizar, humillar o insultar al «hater» en cuestión, pero que requiere una pequeña dosis de astucia.

En mi caso pasó que mi «adorable “hater”» — por cierto «adorable» aquí sería sarcasmo y, por tanto, también ironía — me crítico por «utilizar la publicidad de Facebook para querer ganar seguidores.» Hágase el silencio.

Un minuto no porque es mucho, pero hágase el silencio por el triste fallecimiento de la inteligencia humana.

Bienvenido al siglo XXI, a la Era Digital, a la época del marketing 4.0 en la que sí, ciertamente, la publicidad en redes sociales se hace, entre otros muchísimos objetivos para conseguir seguidores. Curiosamente, mi promoción no estaba hecha para conseguir seguidores sino para conseguir que la gente viera el primer episodio de mi show que, por cierto, te anuncio — gratuitamente — aquí.

Pero tanto da… Almas de cántaro, flores de mi vida, soles de mis ojos… ¡«Haters» del mundo! Recomendación 100% The IF Show: si te vas a quejar de algo o de alguien… ¡no lo hagas a través de obviedades!

Eso insulta tu inteligencia, de modo que lo único que va a tener que hacer el oscuro objeto de tu odio — como en este caso yo lo fui de mi «hater» — es señalar la estupidez de la estúpida obviedad para que ya, antes de empezar, te haya ganado la batalla.

Y si no, recuerda, para casos extremos, siempre utilizar este consejo que te dijo El Chombo…

En fin, mis queridos espectadores, esto ha sido todo por hoy en esta que es vuestra casa. No olvidéis suscribiros, tocar la campanita, dejar todos los comentarios, «hater» o no, que queráis; seguidme en redes, visitad mi página y descargaros mi libro, «Los cánceres de la organización corporativa», en el que os explico todo los que no queréis hacer si es que alguna vez llegáis a tener empleados a vuestro cargo.

Yo vuelvo la semana que viene con mucho más; mucho mejor ya no sé, la verdad, porque cada vez se está poniendo complicada la cosa. Ha sido un placer y, para las cartas íntimas, por favor, utilizad mi correo. Todos los enlaces los vais a encontrar aquí abajo.

Y recuerda, si alguna vez te preguntan cómo aprendiste a capitalizar a un «hater», tan sólo responde: «Lo aprendí en el show de Ibai Fernández».

Muchas gracias… y hasta la semana que viene.

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Prometo responderlos todos.

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The IF Show

En abril de 2020 comencé The IF Show en Youtube para hablar de ciertos asuntos de los que quería hablar. Después de comenzado, la cantidad de trabajo desplazó el tiempo — y la energía — que tenía para hacerlo, por lo que dejé de producirlo y emitirlo en algún momento del otoño de ese año. Voy a volver a las andadas más pronto que tarde, pero mientras que lo hago, puedes disfrutar de lo que en su momento fue.

Ibai Fernandez
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